SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE dice:
Una vez, estando en la labor común de escardar lana, me retiré a un pequeño patio próximo al sagrario del Santísimo Sacramento, donde trabajando arrodillada, me sentí al instante recogida por completo interior y exteriormente y se me representó, al mismo tiempo, el adorable Corazón de mi adorable Jesús más brillante que el sol. Estaba en medio de las llamas de su puro amor, rodeado de serafines que cantaban con admirable concierto: El amor triunfa, goza el amor, placer derrama, su Corazón.
Estos bienaventurados espíritus me invitaron a unirme a ellos en las alabanzas al divino Corazón, diciéndome que habían venido a asociarse a mí con el objeto de tributarle un homenaje continuo de amor, de adoración y de alabanza y a este fin harían mis veces delante del Santísimo Sacramento para que yo pudiese, por su medio, amarle sin interrupción y ellos, a su vez, participar de mi amor, sufriendo en mi persona como yo gozaría en la suya. Escribieron, al mismo tiempo, esta asociación en el Corazón Sagrado con letras de oro y con los caracteres indelebles del amor [1].
[1] Autobiografía VIII