SANTA ÁNGELA DE FOLIGNO (1248-1300) tenía mucho amor a su ángel de la guarda. Ella escribió:
El día de la fiesta de los santos ángeles yo estaba enferma y quería comulgar y no había quien me pudiera traer la comunión a mi casa. De pronto, yo entendí la alabanza que los ángeles dan a Dios y la asistencia que prestan a los hombres. Y se me presentó una multitud de ángeles, que me condujeron en espíritu al altar de una iglesia y me dijeron: “Éste es el altar de los ángeles”. Sobre el altar pude apreciar la alabanza que ellos daban a Jesús sacramentado. Y me dijeron: “Prepárate a recibirlo. Tú eres su esposa. Jesús quiere ahora contraer contigo una unión nueva y más profunda”. No puedo expresar la alegría que sentí en ese momento[1].
[1] Puede leerse esto en el libro Le livre des visions et instructions de la bienheureuse Angèle de Foligno,
traducción francesa de Ernest Hello, Paris, 1914.