CANTAR CON LOS ÁNGELES
¿Cómo será oír a millones de ángeles cantar al Señor? ¿Cómo cantarían los ángeles aquella noche de Navidad? Nos dice el profeta Isaías:
Vi al Señor sentado en su trono. Había ante Él serafines, cada uno con seis alas… Y los unos y los otros se gritaban y se respondían: Santo, Santo, Santo, el Señor Dios de los ejércitos. La tierra está llena de tu gloria (Is 6, 1-3).
El libro del Apocalipsis dice más o menos lo mismo:
Delante del trono… y alrededor de él, había cuatro vivientes (serafines)…, cada uno con seis alas y no se daban reposo día y noche diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene (Ap 4, 6-8).
Nosotros debemos asociarnos a ellos tal como decimos al terminar el prefacio de la misa, inmediatamente antes del Santo: Por eso, con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales cantamos el himno de tu gloria. En las liturgias de Oriente son más explícitos al decir: Con un millar de millares y diez mil veces diez mil ejércitos de ángeles y arcángeles, cantamos el himno de tu Gloria.
Santa Faustina Kowalska dice:
Un día, estando en adoración ante el Santísimo Sacramento, vi un ángel de gran belleza. Le pregunté: ¿quién eres? Y él me contestó: Soy uno de los siete espíritus que están día y noche ante el trono de Dios y lo adoran sin cesar. Al día siguiente, durante la misa, antes de la elevación, aquel espíritu comenzó a cantar estas palabras: Santo, Santo, Santo. Su voz era equivalente a millares de voces, imposible describirla [1].
Santa Brígida nos relata su experiencia:
Una vez, mientras estaba en misa antes de la consagración, un sinnúmero de querubines cantaba y hacía vibrar el aire con sonidos y cantos inefables. Después que el sacerdote pronunció las palabras de la consagración, vi la hostia que se cambiaba en un blanco y místico Cordero… A su fulgurante aparición le hacían escolta la Virgen y las alegres guirnaldas de los serafines, los amores del cielo [2].
El mismo san Juan Crisóstomo afirmaba:
Los ángeles están en torno al sacerdote en la misa y todo el ejército celestial canta [3].
La beata Rosa Gattorno cuenta:
Hoy escuché música de ángeles… Y vi la iglesia toda iluminada, resplandeciente de luz y una infinidad de ángeles que adoraban a su Dios… Me acerqué al sagrario y allí había multitud de ángeles [4].
Por eso, cada vez que asistimos a la misa, debemos cantar con los ángeles, especialmente en el momento del Gloria, cantando como los ángeles del día de Navidad: Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad (Lc 2, 14); y cantando con los serafines y con todos los ángeles y arcángeles el himno de su gloria: el Santo.
1 Cuaderno I, 194.
2 Chiminelli, Santa Brígida de Suecia, Librería Ferrari, Roma.
3 De sacerdotio VI, 4.
4 Hijas de santa Ana, El don de Dios a Rosa Gattorno, Ed. Don Bosco, La Paz, 1994, pp. 184.98.