ÁNGELES ACÓLITOS

ÁNGELES ACÓLITOS

Sucedió en Barcelona (España) en 1651. Ese año se desató una terrible epidemia de peste bubónica. Mucha gente murió, incluso entre los sacerdotes. El Padre Antonio de san Mateo, carmelita descalzo de la parroquia Santa María del mar, se salvó de la muerte, después de haber estado muy grave, dedicándose después con todas sus fuerzas a visitar a los enfermos en sus propias casas. Y, desde el primer día en que salió a visitarlos, llevando el Santísimo Sacramento para darles la comunión, encontró a la puerta de la parroquia dos jóvenes apuestos con cirios encendidos, dispuestos a acompañarlo en el recorrido hasta que regresara a su casa. Esto sucedió casi a diario durante siete meses. Nadie los conocía por ningún sitio y, por supuesto, nadie hubiera querido hacer aquel servicio por temor al contagio. Por eso, se corrió la voz de que aquellos desconocidos habían sido ángeles, que habían querido acompañar a su Señor sacramentado por las calles de Barcelona, queriendo, a la vez, ayudar y dar consuelo al sacerdote*.

El Padre Coudere, jesuita, cuenta en su obra sobre la vida de san Juan de Ávila que, en 1530, avisaron al Padre Centenares que llevara la comunión a un enfermo, a un lugar de Sierra Morena (Sur de España). Como no conocía el camino, se encomendó a Dios y salió con intención de preguntar a los caminantes. Pero, al salir de la iglesia, se le presentaron dos jóvenes muy educados que se ofrecieron a acompañarlo con velas encendidas y a indicarle el camino. Él se sintió muy contento de semejante compañía, pero, cuando regresaron a casa, desaparecieron sin dejar rastro.

El Padre Centenares quiso contarle el caso al santo Juan de Ávila, pero antes recibió una carta suya en la que le decía: No te sorprenda lo que ha pasado. Los dos jóvenes que te han acompañado eran dos ángeles, enviados por Dios, para recompensar tu celo apostólico**.

* Este caso esta recogido por fray Juan de san José en los Anales de la Provincia de Cataluña de los carmelitas descalzos, libro 6, capítulo 43.

** Traval y Roset Manuel, Milagros eucarísticos, Ed. Apostolado mariano, Sevilla, 2001, p. 180.

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