#07 La promesa que da esperanza

#07 La promesa que da esperanza

Reflexión basada en la catequesis del Papa Francisco Audiencia General del 26 de Abril de 2.017

Mateo empieza el evangelio con la cita de Isaías en boca del ángel: Y le pondrás por nombre Enmanuel, que significa Dios con nosotros [1]. en el evangelio de Mateo 1, 23 Y termina con esta frase: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» en el evangelio de Mateo 28, 20. Nos dice el Papa Francisco: “Dios estará con nosotros, todos los días, hasta el final del mundo. Jesús caminará con nosotros, todos los días, hasta el final del mundo. Todo el Evangelio está contenido entre estas dos citas, palabras que comunican el misterio de Dios cuyo nombre, cuya identidad es estar-con: no es un Dios aislado, es un Dios-con, en particular con nosotros, es decir con la criatura humana. Nuestro Dios no es un Dios ausente, secuestrado por un cielo muy alejado; es, en cambio, un Dios “apasionado” del hombre, tan tiernamente amante como para ser incapaz de separarse de él. Nosotros humanos somos hábiles en el cortar uniones y puentes. Él, sin embargo, no. Si nuestro corazón se enfría, el suyo permanece siempre incandescente. Nuestro Dios nos acompaña siempre, incluso si por desgracia nosotros nos olvidáramos de Él. En la cresta que divide la incredulidad de la fe, es decisivo el descubrimiento de ser amados y acompañados por nuestro Padre, de no ser nunca dejados solos por Él.

Muchos preguntan Dios con nosotros ¿dónde? Dios está en el corazón de cada persona. En algunos muy escondido, en otros muy a flor de piel. Le encuentras en los ojos, en la mirada.
Está en el pobre que pide limosna, en el borracho que te reclama ayuda, en el anciano de ojos tristes, en la sonrisa de un bebé, en la mano tendida de un voluntario, en el médico que te cuida, en el camionero que trae la fruta, en el malhumorado vecino, en tu hijo, en tu esposa, en tu esposo …

El símbolo de la esperanza es un ancla, fondeada en las nuevas playas, por eso aunque pasemos por dificultades, cañadas oscuras, un mundo herido, debemos sujetarnos a la cuerda: Dios esta conmigo. Dios me ama.

A veces el pecado, el rencor, el odio nos hace perder la cuerda, no la encontramos. Entonces recuerda: a Pedro le dieron las llaves del Reino, el sacramento de la reconciliación, ve y reconcíliate con Dios, así Él pondrá la cuerda en tus manos. La cuerda no la habían retirado pero a oscuras no la encontrabas. Ve y abre con la llave la puerta del tesoro, la eucaristía y fúndete con un Dios que te comulga y une tu gota con un océano de amor infinito.

Sembradores de esperanza Dios está con nosotros, esta promesa nos llena de esperanza. Descubrir a los demás el tesoro escondido, mostrar la llave que lo abre y enseñar a orar, así todos nos encontraremos en las nuevas playas.

[1] Mt 1, 23 ; Isaías 7, 14

Jose Gardener
Sembradores de esperanza

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