04 La esperanza no defrauda

Un reflexión sobre la catequesis del Papa Francisco en la Audiencia general del 15-02-2017

Nos dice el Apóstol San Pablo en la Carta a los Romanos: “En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.[1]

El Apóstol Pablo nos invita a alegrarnos. de estar orgullosos, de presumir de nuestra esperanza por alcanzar la Gloria de Dios, un día. Esta esperanza se mantiene firme gracias al Amor de Dios que se ha derramado en nuestras vidas. También nos invita a alegrarnos y presumir de nuestros sufrimientos pues saber llevarlo con paz y amor nos permite perseverar, y esta perseverancia nos da la entereza de carácter y la entereza de carácter nos da la esperanza que no defrauda pues somos testigos del amor que Dios nos tiene.

El Papa Francisco nos dice: Es fácil decir Dios nos ama. Todos lo decimos. Pero pensad un poco: cada uno de nosotros es capaz de decir, ¿estoy seguro de que Dios me ama? No es tan fácil decirlo. Pero es verdad. Es un buen ejercicio este, decirse a sí mismo: Dios me ama. Esta es la raíz de nuestra seguridad, la raíz de la esperanza. Y el Señor ha derramado abundantemente en nuestros corazones al Espíritu —que es el amor de Dios— como artífice, como garante, precisamente para que pueda alimentar dentro de nosotros la fe y mantener viva esta esperanza. Y esta seguridad: Dios me ama.

“¿Pero en este momento de dolor?” —Dios me ama. “¿Y a mí que he hecho esta cosa fea y mala?” —Dios me ama. Esa seguridad no nos la quita nadie. Y debemos repetirlo como oración: Dios me ama. Estoy seguro de que Dios me ama. Estoy segura de que Dios me ama. Ahora comprendemos por qué el apóstol Pablo nos exhorta a presumir siempre de todo esto. Yo presumo del amor de Dios, porque me ama. Y entonces nuestro presumir más grande será el de tener como Padre un Dios que no hace preferencias, que no excluye a nadie, pero que abre su casa a todos los seres humanos, empezando por los últimos y los alejados, porque como sus hijos aprendemos a consolarnos y a apoyarnos los unos a los otros.

Sembradores de esperanza, sembráis esperanza llevando amor y consuelo en el sufrimiento de tantos que estos días están tan afectados por el manejo de las noticias sobre la pandemia, porque en ellas se ocultan las realidades que ellos mismos están viviendo. Noticias que hablan de un futuro incierto. Se siembra miedo al futuro, que es todo lo contrario a la esperanza. Esperanza en que Cristo resucitado, vivo en la Eucaristía, abrió la puerta de los cielos para todos sus hijos. Es una Esperanza que no defrauda, porque Dios no defrauda porque se basa en el amor de Dios para cada uno de nosotros. Un Dios al alcance de la mano. Y no os olvidéis: la esperanza no decepciona.

Jose Gardener
Sembradores de esperanza

[1] Rom 5, 1-5

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